Al finalizar el año tenemos por costumbre, aunque sea de reojo, mirar como ha transcurrido, ¿cómo lo hemos vivido? ¿qué aprendizajes nos deja?. Aquí es habitual recordar lo que hemos perdido y lo que hemos ganado, lo que hemos llorado o reído, los proyectos que hemos emprendido y los que han caído en el olvido… y tantas cosas que han ocurrido en los 12 meses que ya entran en el saco de lo vivido. Y tras esta mirada queda lo que hemos aprendido, las lecciones que ya están integradas, asignaturas que no hay que repetir en busca del aprobado. El sentir libertad reúne muchos estados deseables para todos. Por fin el momento de abrirnos a decir “Soy libre” y lo que es aún más grande “Me siento libre”, no hay pesos en mi espalda que me producen dolor y cansancio, no hay cuerdas de los apegos que me aten, todas mis dependencias ya se han sanado. Las obligaciones han dejado de existir, ahora las actividades del día son momentos donde puedo expresar desde mi interior la música que llevo dentro, mostrar mi esencia. Los vendavales de juicios y críticas ya no angustian ni agotan, simplemente llegan y fortalecen nuestras raíces, dando después grandes frutos. La pesadez de los estados de ánimo bajos, ya no existen se han convertido en los momentos más importantes para practicar la respiración consciente. Por todo esto el estado de libertad se expresa más ampliamente, por esto cuando abres los ojos en el nuevo día que comienza, las primeras palabras que salen son de agradecimiento. Vivir Libre, Sentir la libertad. Bañarnos en esta esencia es el firme propósito del año que ha comenzado para Sanación y Paz.