Esta asana se llama “la cobra” porque el practicante al ejecutarla, levanta la cabeza y el tronco, lo mismo que un reptil cuando esta irritado (en sánscrito “bhujanga” significa “cobra”).
Se realiza tumbados boca abajo apoyando la frente en el suelo, juntamos tobillos y rodillas y levantamos el tronco con los brazos pegados al cuerpo y sin que se levante la pelvis. Se trata de levantar la cabeza y el tronco todo lo posible para doblar hacia atrás la columna y mirar hacia arriba, si te es difícil mantener los brazos rectos, dobla tus codos y coloca los antebrazos en el suelo paralelos y pegados al tronco, levanta los hombros y mira hacia arriba. Es importante que comencemos levantando la cabeza sin ayuda de los brazos y progresivamente los hombros.
Hay que procurar evitar el poner las manos muy adelantadas o muy atrás, apartar los codos del cuerpo, bajar la cabeza entre los hombros o levantar demasiado el ombligo.
La atención mental se puede llevar a toda la columna vertebral, a la sensación de calor en el cuerpo o a la respiración, también podemos con los ojos cerrados, mirar al entrecejo.
Los efectos de esta asana estimulan la región lumbar y sus músculos, tonifica la columna vertebral y le da elasticidad, ejerce masaje en las vísceras abdominales y fortalece los músculos de las piernas. A nivel endocrino bhujangasana tonifica las cápsulas suprarrenales que segregan la adrenalina, la hormona del dinamismo y un funcionamiento sano de las suprarrenales significa una producción normal de cortisona y la inmunización contra ciertas formas de reumatismo. Esta asana influye favorablemente en el conjunto del sistema digestivo pues cuando se respira profundamente se le somete a un masaje suave a órganos y vísceras combatiendo así el estreñimiento, también el aumento de la presión intraabdominal actúa sobre los riñones pues la sangre de los riñones es exprimida y al deshacer la asana se produce un gran flujo de sangre fresca que limpia y favorece a la diuresis.