En sánscrito significa la postura del arado, es una de las pocas posturas que debe su nombre a una herramienta, porque rememora los primitivos arados de la India antigua. Por lo general, los yoguis utilizan nombres de animales o insectos (cobra, saltamontes pavo, etc.).
Se realiza acostado en el suelo en posición supino y los brazos estirados a lo largo del cuerpo. Presionando las palmas de las manos sobre el suelo, elevamos lentamente las piernas y se llevan por encima de la cabeza hasta que la punta de los pies toque el suelo sin doblar las rodillas. La atención mental en el cuello, columna vertebral y en la respiración que será corta pero lenta. Tenemos que recordar que si hay lesiones agudas en cervicales debe abstenerse de realizar esta asana. Acentúa el riego sanguíneo en la cabeza, ejerce masaje sobre las vísceras y músculos especialmente de la parte superior de la espalda, despeja la cabeza y tranquiliza, actúa sobre la tiroides y paratiroides, el lento despliegue de la columna vertebral afecta a todas las vértebras y resulta ser un ejercicio ortopédico ideal.