Es conocida como la postura sobre los hombros, es una asana fundamental que con la práctica resulta confortable, tonificante y muy eficaz para relajar la mente.
En sánscrito “sarva” significa todos y “anga” miembros, partes. Ciertos autores la traducen como “la postura para todas las partes del cuerpo”. Personalmente me gusta llamarla “la postura de la vela” por su semejanza.
Los efectos más importantes de esta asana se deben a la posición invertida que toma el cuerpo, al estiramiento de la nuca y al estímulo de la glándula tiroides y paratiroides. Los orientales admiten la existencia de corrientes positivas y corrientes negativas (el yin y el yang) y afirman que desde el cielo desciende hacia la tierra un flujo de energía cósmica; de forma que la figura del ser humano, al estar erguida, es atravesada verticalmente de arriba abajo. En las posturas invertidas esa corriente actúa en sentido contrario, lo cual produciría un efecto equilibrador en el ser humano.
Existe un mecanismo dual de estiramiento y contracción isométrica de tres grupos musculares distintos: estiramiento de los músculos de la espalda, contracción de los músculos de las paredes abdominales y contracción de los músculos anteriores del cuello. El estiramiento de los músculos de la espalda conduce a una reducción de la tensión basal de estos músculos, junto a la eliminación de gran parte de la rigidez muscular que resulta de una mala postura ortopédica de la columna vertebral. La contracción de los músculos abdominales restaura su funcionalidad (con frecuencia descuidada) y al mismo tiempo elimina la grasa almacenada en las paredes abdominales. Con la contracción de los músculos anteriores del cuello, junto a la presión de la barbilla sobre el pecho, se produce una redistribución de la sangre en la parte superior del tronco con importantes resultados, porque mientras la circulación arterial hacia el cerebro permanece normal a través de las arterias vertebrales, el flujo arterial de las arterias carótida y el retorno de las venas yugulares se disminuye. Consecuentemente, la tiroides y las paratiroides reciben un incremento en el flujo sanguíneo que estimula y mejora su funcionamiento y esto se puede traducir en un bienestar para todo el organismo.
Otros beneficios terapéuticos de esta asana son; anomalías del bazo, asma, aumento de la capacidad de la energía, bronquitis, flato, diabetes, reuma, trastornos del climaterio y de la menstruación así como varices.